Ya he comentado en otra ocasión que estoy asistiendo a un curso de japonés que se imparte en la universidad. Ahora mismo en mi clase estamos sólo dos personas. Antes estábamos más, pero al haber muchas personas chinas, la profesora decidió separar el grupo, y ahora tenemos clase los occidentales por separado. Imagino que la sensei decidió hacer esta separación porque los chinos ya conocen parte del sistema de escritura, cosa que nosotros no, y porque las dificultades para unos y otros son diferentes.
Ahora he empezado a asistir a otro curso, además del anterior. En realidad no es un curso en sí, más bien son clases particulares. En el Centro Cívico del distrito, que está cerca de nuestra casa, ya me habían dado información sobre grupos de voluntarios que ayudan a aprender japonés a extranjeros. Son clases de dos horas y su precio es simbólico. Hay diferentes grupos de voluntarios, algunos dan las clases en el mismo Centro Cívico y otros no.
Estos cursos, además de para aprender japonés, sirven para conocer gente, aprender sobre la cultura japonesa y consultar dudas que puedas tener sobre aspectos de la vida cotidiana. Supongo que para los voluntarios también es algo bueno, ya que además de ayudar a los demás a aprender el idioma, pueden conocer a otras personas de diferentes culturas.
El otro día se organizó en el Centro Cívico lo que llamaron «Festa». Estaba destinado a todos, japoneses y extranjeros, pero sobre todo la idea era mostrar actividades típicas de la cultura japonesa. Allí pudimos ver ikebana (arreglo floral japonés), ceremonia del té, origami (papiroflexia), furoshiki (utilizar pañuelos para envolver cosas en lugar de utilizar bolsas de plástico), etc.



Había también algunos puestos de dulces típicos y té. Entre todo ello también estaba dando información uno de los grupos de voluntarios que os he comentado antes. Así que me acerqué y más o menos conseguí entender que podía ir a la clase cuando quisiera.
Así que el miércoles siguiente (que es el día en que este grupo se reúne) fui allí a ver cómo era la cosa.
Encontré a la gente en una sala grande con mesas. Como no sabía qué tenía que hacer, observé un poco a los demás y vi que primero había que apuntarse en la lista de los asistentes y pagar 200 yenes (más o menos 1,25€). Si has ido más veces ya tienes hecha tu ficha. En general tienes siempre el mismo profesor, pero si por lo que sea no viene, habrá otra persona que verá en la ficha por dónde vas y te dará la clase igualmente.
Enseguida vino a donde mí una mujer, Yamaguchi-san, se presentó y me dio la ficha para rellenar, y después ya empezamos con la clase. Allí mismo tienen libros de texto que se van usando entre todos. Estuvimos más o menos una hora y media siguiendo un libro y haciendo los ejercicios, y después estuvimos «charlando». Bueno, más bien yo chapurreaba lo que podía de japonés y, como ella sabe algo de inglés, nos íbamos entendiendo…