Al atardecer fuimos a Kudanshita, al parque Kitanomaru, y allí seguimos viendo los cerezos y la cantidad de gente que hacía lo mismo, claro.













Al salir del parque nos dimos un buen paseo rodeando todo el recinto del Palacio Imperial, y por el camino vimos zonas en las que los cerezos estaban iluminados.
El jueves por la noche cayó un buen chaparrón, y pensamos que igual muchos árboles habrían perdido la mayoría de sus flores. Pero seguían estando bonitos. Nosotros fuimos al Museo Nacional de Tokyo, y como está en el mismo parque Ueno, pudimos comprobarlo.





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