Hemos pasado dos días en la isla de Niijima, con los compañeros del laboratorio. Cada año hacen un mini-viaje juntos, y nos han invitado.
Niijima es una de las islas Izu de Tokyo. Son islas volcánicas. Durante la época Edo, Niijima era una de las islas a las que se exiliaba a los criminales. Es una isla pequeña, con apenas 24 kilómetros cuadrados, y muy tranquila.
El plan era is hasta allí en el jet-ferry, desde el puerto de Takeshiba de Tokyo. Por el camino hacia el puerto, vimos muchas baldosas por el suelo con dibujos de las diferentes islas y lo que se podía ver en cada una. Esta era una de las que hacía referencia a Niijima:

El jet-ferry tarda algo menos de tres horas en llegar hasta la isla, pasando primero por otras dos, Ōshima y Toshima. Éstas son algunas de las fotos que sacamos durante el viaje:




Cuando llegamos a la isla, la dueña del ryokan en el que íbamos a hospedarnos, a la que en japonés se llama okamisan, había venido a buscarnos. Hicieron un par de viajes con las furgonetas para llevarnos a todos, ya que éramos 24 personas.
Al llegar, estuvimos un rato en las habitaciones, y después fuimos a alquilar bicicletas, gracias a las cuales pudimos recorrer la isla durante el tiempo que estuvimos allí. Hacía un montón de años (pero muchos muchos…) que no andaba en bici, así que pensaba que no iba a poder o que me iba a dar un tortazo. Pero al final todo fue sobre ruedas, nunca mejor dicho, así que estoy muy contenta. ^_^
Una vez alquilamos las bicis, ya fuimos cada uno por nuestro lado, según lo que más nos apeteciera hacer. Unos cuantos fuimos a buscar un sitio para comer, ya que era mediodía ya, y terminamos comiendo sushi.


Después de comer nos fuimos a dar vueltas por ahí a ver qué encontrábamos.
Como he dicho antes, ésta es una isla volcánica, formada por una roca ígnea llamada riolita, llamada koga en japonés, cuya minería es una de las industrias de esta zona. Esta roca se utiliza también para hacer los moyais, estatuas que están por toda la isla.


En Niijima también hay varios onsen, baños de aguas termales; incluso hay uno en el que se pueden tomar baños de arena en los que te tumbas en el suelo y te cubren con arena muy caliente, por lo visto. Nosotros, con el calor que hacía, no teníamos muchas ganas de sumergirnos en semejantes temperaturas, si bien a nuestros compañeros les encanta. Algunos incluso fueron dos o tres veces al onsen en el tiempo que estuvimos. A lo más que llegamos fue a hacer un onsen de pies, en el que podías meter las piernas en un baño de agua realmente caliente. Nos costó aguantar el calor, pero pasados unos minutos ya se estaba algo más a gusto.
Este onsen de piernas estaba en el Yunohama Onsen. Está construido de forma que parecen ruinas antiguas y los baños están todos al aire libre.


