Hace poco fue mi cumple y mi amatxo (mi madre) después de leer por aquí que ando haciendo bizcochos y rebañando las fuentes, decidió regalarme unos moldes para bizochos, de esos tan modernos de silicona, para ahondar en mi vena repostera.
Aprovechando lo fáciles que son de desmoldar, fabrican estos moldes con montones de formas y tamaños variados, desde los más convencionales hasta los más simpáticos.
Como se puede ver en la siguiente foto, al salir del horno el molde casi se despega solo, lo cual permite que los bizcochos se puedan hacer con detalles que en principio pueden parecer imposibles:

Tenéis que saber que recibir este tipo de artículos es un poco peligroso, porque, claro, tienes que probarlos, con lo que terminas haciendo bizcochos «demasiado» seguidos. ^___^
Ayer estrené uno de los moldes, y el resultado fue el bizcochoso. Al salir del horno tenía este aspecto:

Y al sacarlo y darle la vuelta… ¡tachán!

El plato donde está el bizcochoso también fue de regalo.

Pobrecito, da una pena comérselo…