Ha pasado un tiempecito desde que no actualizamos el blog, es verdad. Agosto ha sido un mes un poco extraño para nosotros, y entre idas y venidas, así ha salido la cosa.
Después de algún evento reseñable y mucho calor, hoy vuelvo para hablaros de un animalejo muy importante en nuestra zona.
Los que pasáis por aquí de vez en cuando ya sabéis que vivimos rodeados, entre otras cosas, de ovejas, cabras y demás fauna. De hecho, a alguno le gusta mucho hacer referencia a las famosas cabras de Zamudio.
Para que os familiaricéis más con ellas, hoy os quiero presentar al que vuelve locas a las cabras, al papá de todos los cabritillos, al rey de la manada:

Resulta que esta cabra macho (o cabrón, como prefiráis), está últimamente atada con una cadena en un zarzal que está justo enfrente, separado por el camino nada más, de las dos campas donde se encuentran sendas familias de cabras. Así que el tipo se pasa el día comiendo y dando vueltas, pero sin poder juntarse con el resto de la familia.
Menos mal que tiene zonas en las que hay sombra, porque con el calor que ha hecho algunos días le podría haber dado un síncope.
Tengo que deciros que, aunque parezca tan elegante con sus grandes cuernos, huele fatal. Pero fatal, fatal. Apesta muchísimo. Aunque para él su «eau de chèvre» será la mejor. Yo no sabía esto, pero según me ha explicado el gran Zamudio tropical, las cabras macho beben su propia orina para reforzar ese olor tan particular, así que ya veis, seguro que él está encantado con su aroma.
Otra cosa que debéis tener en cuenta si decidís hacerle una visita es que a veces cuando ve a alguien se lanza. Por suerte para para todos su cadena le permite llegar justo hasta un poquito antes del camino (y digo para todos porque pasan coches por ahí, y lo mismo podría ser atropellado él también). Así que si no os acercáis mucho no hay peligro. Pero realmente impresiona verle acelerar hacia una…

Y es que, la cabra tira al monte, dice el refrán, o a cualquier cosa que se le ponga por delante, digo yo…